31 de marzo de 2008

Fabricado en Argentina.

¿Recordáis a Erica García?

Yo esperaba encontrarme con ella en la misma puerta de Argentina, pero a día de hoy no ha habido suerte.

Juas... qué sensual. ¡Qué labios! ¡Qué boca! Que alguien la corone reina ¿Alguien más es fan suyo?

30 de marzo de 2008

Buenos Aires. La Bombonera.


Estadio mítico donde los haya. Guarida de Boca Juniors, situado en el corazón del peligroso barrio de La Boca, Buenos Aires en estado crudo.

Aquí jugó Maradona, el barrilete cósmico, el Dios, ("¿de qué planeta venís?") y ahora suele acudir a ver los partidos de Boca desde su palco de honor, que compró durante diez años por una cantidad desorbitada y después le fue regalado para disfrute vitalicio.


Habrá que ir a ver un partido de verdad, que así sin gente esto es muy soso.
Pues sí, Alex y yo nos armamos con un poco de valor y compramos entradas para un partido de la Copa Libertadores, el equivalente americano a la Liga de Campeones, a lo grande, nada de medias tintas porque para una vez que uno va al fútbol no va a ver un partido de poca monta. Juega Boca contra Colo Colo, de Chile y, para el que no lo sepa, argentinos y chilenos no son afines.
¡Qué ambiente! Indescriptible, hay que estar aquí para sentir la afición sin límites que sienten los hinchas de Boca en el estadio. Nuestras localidades están en sitio seguro, alejadas de la marabunta que es la hinchada local. Realmente da miedo aun estando a distancia, y es que aquí los estándares de violencia en el fútbol distan mucho de los europeos. En vez de La Bombonera habría que calificar a este lugar como La Caldera.
¿Y si animamos un poco a Colo Colo? Paráte, dejáte de bromas, boludo, que si lo pronunciamos, aunque sea en bajito, si lo pensamos siquiera, aquí nos comen...

Cuando Boca marca, el estadio se viene abajo. Esto es el acabóse. Qué devoción por los colores, qué energía; cuesta trabajo imaginarlo. Y no pararon de cantar ni un minuto. Ganó Boca 4-3, si bien tengo que confesar que no me enteré del último gol de Colo Colo, cosa que aún no me explico, si yo estaba atento y animando en todo momento... Miren, miren.
Experiencia calificada de muy buena.
Nota añadida: las animados de Boca, "Las Boquitas" se pueden contratar particularmente para eventos varios, según dijeron por megafonía.

28 de marzo de 2008

Buenos Aires. El maestro de tango

En Buenos Aires, tango por aquí, tango por allá, tango por acullá. En uno de los salones donde la gente va a bailar, llamado Maldita Milonga, que recomiendo, se concentran individuos de todo tipo. No contaré acerca de la colección de gestos, detalles y recovecos que conlleva la insinuación de la hembra y el posterior cortejo del macho, anteriores al baile en sí. Es tan laberíntico que dejo al lector lo reciba de manos de un experto, que lo expondrá y transmitirá de una manera más acertada de lo que yo lo pueda dado mi reciente contacto con el tango.

Entre todo el caos de parejas que hormiguean la pista (europeas flácidas con zapatos de tango comprados para la ocasión, individuos con tirantes y atractivas mujeres con las que todos querían bailar) destacaba, muy de lejos, El Maestro. Un hombre mayor, estiloso, perfectamente trajeado que no paró de bailar ni un momento, salvo por el descanso que se tomó llegadas ciertas horas... (se echó una siesta en una de las mesas sin ningún pudor.)

El Maestro elegía una presa (todas en el fondo estaban deseando que se lo pidieran), la poseía, la hipnotizaba y enseguida ella adoptaba su ritmo, ritmo lento, muy, muy lento, ¡llegando incluso a bailar parado! Bailaba con el alma, no con los pies. Es por eso que sale nítido en la foto. Superlativo, máximo. Qué grande el viejo.

Cuando la música paraba, también paraban el resto de parejas, pero no él. ¡Cómo parar! Él era superior a la música, su maestría está por encima de todo eso. Él continuaba entre canción y canción con la mirada perpetua en el pecho de su joven acompañante.

Cuando se cansaba, paraba el movimiento del todo, ofrecía el brazo a la hembra para que fuera asido, la acompañaba a su asiento y, en un gesto de ser superior, extendía el brazo y con la mano señalaba la silla dando a decir "vuelve a tu asiento, ya he acabado contigo". Dicen que, aunque no sientas afinidad con la pareja de baile, debes aguantar al menos tres tangos, por cortesía. Él las despachaba en el primero muchas de las veces, porque es así de chulo.

Después volvía al ataque con otra, otra y otra así hasta haber complacido a media sala de baile. A las feas no, a esas no las saca a bailar NADIE.

Es el rey, es mi ídolo. Yo de mayor quiero ser como él.

27 de marzo de 2008

Buenos Aires. La Boca.

Habrá que ir al barrio de La Boca, el más peligroso de la ya de por sí peligrosa ciudad de Buenos Aires. Al preguntar en la recepción del hostel cómo ir enseguida se le encendieron los ojos a la chica que proporcionó la información: "PERO NO SALGAN DE LA CALLE EL CAMINITO. NO SALGAN". Caray, que cosas... Ser atracado es lo menos que te puede pasar si decides dar un paseo tan alegremente por La Boca; acabar "cortado" es muy probable si te sales de dicha calle, como nos cuenta así pasó a un par de turistas que omitieron el consejo el otro día. ¿Cortado? Suena muy mal acabar cortado.

Es un barrio que da miedo, sí. Alex y yo acudimos allí, sin nada que pueda ser robado, con lo puesto, a ver las típicas y de sobra conocidas casas de colores.


Muy pintorescas, sí.


Y por supuesto no puede faltar el tango, un baile tremendamente sensual que se baila con pasión, y con alguna que otra pose que hace abrir los ojos un poco más.

Toda una pena no saber bailarlo, ya mirarlo hace disfrutar infinito. Ni qué decir tiene que el tango es una experiencia sexual más que un simple baile.

Buenos Aires. Recortes.

Por tercera vez el viaje de Alex y el mío se encuentran, tiempo y afinidad.

Estaremos juntos unos cuantos días en esta ciudad que nos ha atrapado, queramos o no. Para empezar, Amaya, una española que ha perdido su acento para adoptar el argentino, mucho más elevado, nos invita a su cumpleaños, donde la carne roba protagonismo a la tarta.


Invitados variados, alguno de ellos un auténtico filósofo/psicólogo, como es habitual en los argentinos. Otro, el italiano con el que hablo en la foto, mucho más ridículo. Si alguna vez querés recibir burlas y carcajadas sobre vos de todos los presentes, no tenés más que afirmar rotundamente que tu país es el mejor del mundo. Así lo hizo el pobre boludo, comenzando con "Italia tiene la mejor comida" (risas), "Italia es campeón del mundo" (risas, risas). "¿Acaso no son argumentos para demostrar que es el mejor país? Y también tenemos al Papa" (por los suelos todo el mundo, riéndonos a su costa). "Ale, sí, el Papa para ti todo..." Respondió alguien sacando a la luz a Maradona para contrarrestar al papa del italiano.

Otro día no pudo faltar la visita a un restaurante conocido, de nombre Siga la Vaca. Si bien día tras día la dieta se ha tornado en un sin parar de carne a todas horas. Es lo que tiene Argentina, el país de la carne. Calidad y precios ridículos en muchas ocasiones. No es posible venir aquí y ser vegetariano al mismo tiempo.

La especialidad reina, el bife de chorizo.

Pobres vacas. Qué ricas están las vacas. Pobres vacas.

Alex y yo salimos del restaurante apenas sin poder caminar. Tuvimos que parar momentáneamente en un banco para coger fuerzas y visitar el casino. ¡Y qué casino! Dos casinos, dos casinos flotantes. ¡Ohhh!

En otra ocasión visitamos el cementerio de La Recoleta, un lugar fascinante donde están enterrados destacados personajes. Más que enterrados, diría expuestos en lujosos mausoleos absurdamente ostentosos y caros. No puedo ni imaginar cómo alguien en su sano juicio puede despilfarrar la cantidad de pesos que deben costar estas construcciones. No hay duda que se trata de personas orgullosas.
La sensación, al caminar por dentro, es de presenciar una competición por quién construye su panteón más alto.

Buenos Aires querido.

A bordo de mi último vuelo con LAN, con miedo al despegar por el terrible viento de ese día en Ushuaia. El resto de pasajeros estaba tan estaba tan tranquilos, yo no. Llegué a Buenos Aires con una intención de estar allí días mil.

Aquí Buenos Aires, vastísima ciudad como no he visto otra. Enorme, descomunal urbe con calles que llegan a los 14.000 números. Ver para creer. Habitantes también tiene; ahora 12 millones.

Tremandamente parecida a España en muchos aspectos, si bien es algo más sucia, más activa, más cultural, más cercana y mucho más auténtica. Su gente me encanta, ya hablaré de ellos en otro momento. Supongo que tarde o temprano les visitará la oscura sombra de la globalización, esa que dificulta el camino a las originales cafeterías de siempre e impone un ritmo absurdamente rápido a las calles, y a los viandantes también.

El punto negro es, sin duda, la delincuencia, que aquí alcanza cotas ya desorbitadas. Es mejor no poner la televisión y no escuchar noticias repetitivas: robos con violencia atroz, secuestros, asesinatos, etc. "Doña XXXX salió de su casa para visitar a los sobrinos, fue asaltada, se resistió y acabó muerta", es un titular típico.
Si no fuera por ello, Buenos Aires sería una ciudad ejemplar.

Y que no falte Quilmes aquí y allá, potentísimo icono de Argentina.

23 de marzo de 2008

Ushuaia, al sur del sur.


Siempre se puede arañar un poco más en todo, en este caso, bajar más al sur aún a bordo del barco Barracuda, el más antiguo del puerto y mucho menos masificado que el resto.


El objetivo es adentrarse un poco más en estas remotas aguas y ver alguna que otra isla en la que por lo visto habitan exóticos animales.

La verdad que impresiona el lugar, más aún cuando el barco realmente casi roza los pedruscos y se detiene un buen rato para poder contemplar a gusto.


En la primera de ellas conviven lobos (de un pelo) y cormoranes. En otra más lejana sólo hay lobos (de dos pelos).


Y para rematar la faena, el faro siniestro. ¿Qué hay ya más lejos? Nadie lo sabe. Quizás gigantes pulpos, pomposas sirenas, rusos, entes malignos poseídos por algún encantamiento y otros seres imaginarios a la espera de incautos que en los remotos mares se adentren.

De lo que no hay duda es que AQUÍ se acaba ya el mundo.

Ushuaia, el fin del mundo.

Ahora sí que sí; más al sur ya no puedo estar. Ushuaia es la ciudad más austral del mundo, en el sur de Tierra del Fuego, donde el viento da la vuelta y sopla con una fuerza desproporcionada.


Tuve suerte de disfrutar de unos días magníficos, aunque también sufrí ese viento que te impide caminar en línea recta el último de los días.

Esta pequeña ciudad es linda, nada que envidiar a los más bellos pueblos de Suiza.


La sensación de estar en el fin del mundo es constante. ¡Y en verano no se pone el sol, señora! Me quedaron ganas de acercarme a la Antártida, que está a dos pasos de aquí, pero para otra vez tendrá que ser.

Se come bien, como en toda Argentina, no falta de nada, ni siquiera falta casino. Es un buen lugar para pasar unos días, si uno anda sobrado de tiempo.

Me encantó pisarte, Ushuaia.