16 de marzo de 2008

Donde continúan las provechosas y acuáticas andanzas por Bora Bora.

El tiempo no acompaña mucho estos días. Sólo me quedan dos disparos y decidí arriesgarme a rcorrer el lagoon a bordo de un barco hoy mismo; el día apuntaba a ser bueno, al menos eso me dijo el capitán del barco que es, a su vez, el que ingresa el dinero.

Los pasajeos del barco: ocho japoneses y yo, que no es lo mismo que nueve pasajeros. Ellos tenían su propio guía ¡cómo imaginar un grupo de japoneses sin guía que se lo da todo masticado! Explicaciones continuas, qué hacer en cada momento, cómo hacerlo, qué papel llevar en la mano y así un largo etcétera que da como resultado ocho individuos exactamente iguales. Pero son muy graciosos, de hecho en un momento dado la guía dijo "demos la bienvenida a José, que estará hoy con nosotros" ¡y todos comenzadon a aplaudirme! Mola.

Eso sí, debían estar todos forrados a juzgar por los hotelones desde donde se montaban al barco. Supongo que las parejas jóvenes serían hijas de papá. Pero antes que se montaran, el simpático capitán del barco me dejó pilotar. ¿Quién no ha soñado alguna vez atravesar el lagoon de una isla así como Bora Bora a los mandos del barco? Me encantó.

El fondo marino del lagoon es sencillamente de valor 10. Corales de colores y peces de colores también. Y qué peces. Junto a las amigables stingrays también nadaban tiburones. Venga, ¿quién quiere entrar al agua primero? Vosotros primero, japoneses, que a mí me da la risa. Además sois más en número y las pérdidas se atenúan más que si me comen a mí los tiburones, que sólo soy uno. Espero que las fotos submarinas hayan salido bien, porque el sitio lo merecía.



Y a la hora de comer el piloto del barco hizo una auténtica exhibición de cómo se abre un coco, cosa nada fácil, como recuerdo muchos años atrás cuando compré uno en un supermercado y, ni con ayuda de la sierra, pude abrirlo dignamente. Éste separó la corteza exterior con mucha maña y después la corteza más dura... de un golpe con la mano. ¡Toma ya!

Después hizo un poco de circo, usando dos japonesas a modo de humor amarillo.

Aquí la jefa de los japoneses. Canija pero bastante puñetera.

Comida rica, rica, pero... ¿los japoneses no me ajuntan? Ellos comiendo todos, los ocho, en una mesa, y yo aislado en otra. "Sí, tú ahí que eres el rey". ¿Qué? Sois unos c$%&"*Ç japoneses... Menos mal que me lo pasé estupendamente con el piloto, que es un fenómeno y me contó cosas para tomar nota. ¿Saben que aquí son capaces de construir su propio bungalow entre varios amigos cortando palmeras en tan sólo dos semanas? Sí, dos semanas y no 35 años de trabajo.


La última parada fue en el jardín de coral, donde una cantidad infinita de peces acudían alrededor de uno, si lleva comida.
Ale, adiós, adiós. Difrutad de vuestros bungalows, pijitos. Al decir verdad tuvimos que apresurarnos bastante a la vuelta porque una de las japonesas no aguantaba más y tenía que ir al aseo urgentísmamente.