19 de agosto de 2007

Llegada a Ulaan Baatar

Y aquí estoy, casi al amanecer, llegando yo solo a la capital de Mongolia. No tengo ni idea de mongol, no llevo dinero mongol, no llevo un mapa de la ciudad, no tengo reservado ningún alojamiento y no puedo pasar desapercibido entre la población porque no sé ni montar a caballo ni agriar leche. Bueno, como dijo el personaje de ojos saltones en la película "El jovencito Frankestein", siempre puede ser peor! Podría llover...

En la estación está todo cerrado y no puedo hacer nada. Cojo aire y me aventuro a la ciudad, dando un paseo e investigando algunos hoteles. Decido tirar la casa por la ventana y alojarme en un hotelón por 23 euros, con una habitación enorme (en realidad es doble) tele, hidromasaje, escritorio, etc. Aquí lo normal son alojamiento de 4 ó 5 dolares, pero creo que mientras espero a Josan, voy a dedicarme al relax, porque ahora que lo pienso llevo 8 días sin dormir en una cama decente.

Transiberiano. Envidia de Robin

A las tantas de la noche, hice una excursión a otro vagón, donde había otros españoles y un grupo de jóvenes que habían montado una fiesta por el cumpleaños de uno de ellos. Me invitaron a tarta y cerveza, aunque ya estaba yo un poco lleno. El caso es que conocí a Robin Thomson, un inglés de Cambridge al que envidié desde que empecé a hablar con él. Resulta que es fotógrafo profesional y viaja con la gente de Way to Russia para hacer un reportaje del Transiberiano. Sí, sí, hace fotos y viajes, y por ello le pagan. A pesar que no me puedo quejar de uno de mis trabajos, el de mago, donde me lo paso estupendamente y no pagan mal, este Robin viajero me supera con creces. Estuvimos hablando muchísimo tiempo de fotografía y me enseñó el maravilloso equipo que lleva. Un tipo muy pajo y divertido, espero coincidir con el algún día. De momento me conformare con ver su trabajo en flickr.

Ah, y esta envidia no es de esas que dicen sana, etc.. ¡es envidia total!

Transiberiano. Frontera entre Rusia y Mongolia

Bueno, llega el día de la frontera, y digo el día porque prácticamente el tren no avanza nada en todo el día debido a los procedures en la frontera. Es totalmente desesperante ver cómo el tren esta parado y no ocurre nada, sin saber si va a llegar la policía, o va a arrancar o que demonios harán. En la salida de Rusia el tren está detenido 6 horas. Yo estoy temeroso del control policial porque en ningún momento he sellado el visado, como dicen que es conveniente si estás tres o más días en el mismo lugar. De hecho soy el único de todos que no tiene el sello, que cuesta cada uno unos 25 euros al cambio. ¿De cuánto será la multa? Porque bien sabido es que me gustan las apuestas, y si la multa es de 100 euros y no es muy probable, me arriesgaría sin duda. En este caso todo son rumores, turistas temerosos del control que sellan en todos lados el visado, que cuentan historias que a fulanito le paso esto o aquello, pero nadie sabe nada seguro.

Allí parados en un pueblecillo da tiempo a ir a una tienda del lugar, donde la tendera calculaba los precios con un ábaco. Con lo que me gustan a mi los ábacos, aunque este no es ni chino ni japones.

Llega finalmente la policía, que mira y remira los pasaportes con un cuidado extremo, incluso pide que miremos de frente para chequear si la cara que uno lleva (la de haber pasado horas en el tren) coincide con la de la foto del pasaporte. ¡Y lo miran varias veces! Con una de las coreanas estuvo un buen rato estudiando los rasgos de su cara... en fin. La verdad que tienen montado un ambiente de segunda guerra mundial que asusta un poco, como si estuviera preparado el tiempo de espera, la incertidumbre, la seriedad de los policías para meter miedo en el cuerpo. El miedo, que daría para escribir un libro, que utilizan todos los gobiernos para controlar a las masas y que, castigando de vez en cuando a inocentes, hacen que todo el mundo sienta una pizca de culpabilidad aun sin haber cometido ningún delito. ¿Acaso no se siente uno intranquilo simplemente al pasar la seguridad de un aeropuerto sabiendo que no lleva nada peligroso ni malas intenciones? Bueno, finalmente se llevan los pasaportes para registrarlos en algún ordenador y tiempo después los traen, dan un formulario para declarar objetos y finalmente nos hacen salir de cada compartimento para pasar revista al equipaje. Todo esto con el tren rodeado de policías.

Por suerte yo no tengo ningún problema con el sello del visado (ufff, ya me veía destinado a trabajos forzados en algún gulag). El Armenio sí los tiene, la verdad que el lío de papeles que tiene este hombre es fino, y se baja en la frontera con su garrafa de cerveza. Más sitio en el compartimento je,je.

Poco después entramos en la frontera mongola, que dura una hora más, donde todo es más relajado e incluso las mujeres policías andan riendo y haciendo bromas con cosas del móvil entre ellas. ¡Ah, y se me olvidaba decir que las privonitzas de este tren ya son mongolas!

Sin duda la frontera mas rara que he cruzado hasta la fecha.

Transiberiano. Tren Irkutsk - Ulaan Baatar

Ojo, que este tren ya tiene privonitzas mongolas. Y los vagones, algunos, ya no son de la red ferroviaria rusa.

Siguiente película (formato continuo, no olvide). Justo en el anden del tren, conozco a dos malagueños: Pepe y Pablo, que son padre e hijo y están haciendo el Transiberiano. Son dos personas muy interesantes y enseguida salta a la vista que son bastante cultos y las cosas que salen de su boca no son meras conversaciones triviales. Lo que más me llamó la atención de todo lo que me dijeron es que el abuelo de Pablo, ya fallecido, invitaba a toda la familia una vez al año a un gran viaje, incluídos nietos y parientes cercanos hasta cierto punto bien delimitado. ¡Qué gran idea! La apuntare con letras grandes porque es una de esas cosas que me gustaría hacer de viejo, reunir a toda mi prole y hacer un viaje en masa al extranjero.
Casualmente los malagueños están en el compartimento contiguo al mío. ¿Con quién me ha tocado compartir habitación esta vez? Pues el mecanismo es exactamente igual al de una máquina tragaperras, tú esperas a ver si te ha salido un limón y dos sietes o tres peras. Esta vez me ha tocado un armenio y dos coreanos. No sé por cual empezar porque tiene tela la cosa. El armenio es un tío enorme que no habla con nadie y va acompañado de una garrafa de cerveza de 5 litros. De hecho me recuerda a aquel personaje de El milagro de Petinto que iba con la bombona de gas. Es raro y tiene un lío de papeles, más raros aún que él, de mucho cuidado. De hecho no sé qué le pasa en la frontera que tendrá que bajarse. Y los coreanos... resulta que tienen más amigos coreanos en el vagón y en cuanto me descuide montaron un party cupé de coreanos en mi habitáculo!!! Juas, no paran de comer en todo el día y es muy difícil comunicarse con ellos, aun así son majos, incluso una de las coreanas de nombre Ran, que es pintora, hace un dibujo en mi libreta. ¡Gracias Ran! Además muy chulo el dibujito...
Ya casi al llegar me hice una foto con un niño mongol que andaba por el vagón.

Rusia. Despedida de Antonio y Ester

Sale mi tren desde Irkust y llegará a Ulaan Baatar; es momento de despedirse del grupo. Estoy agradecidísimo de haber conocido a Antonio y Ester, la verdad que han sido unos compañeros de viaje insuperables y me alegro de haber pasado estos pocos días, pero intensos, con vosotros. Qué voy a decir de Antonio, un viajero consagrado y ávido de mil aventuras (sepan ustedes que tiene hasta permiso para tirarse en paracaídas o quiere ir a Corea del Norte!!!! por citar un par de cosillas), campechano, buena gente y ese tipo de personas que se apuntan a un bombardeo. Y Ester, que para ser su primer viaje en plan aventura no ha puesto ninguna pega y ha aguantado como la que más. No muchas mujeres se hubieran comportado así ni mucho menos y a la mínima incomodidad hubieran montado un lío de mucho cuidado, seguro. No hemos podido buscarle un Ruskimushh (marido ruso), pero bueno je, je. Gracias por hacer esta parte de mi viaje tan extraordinariamente estupenda, y no exagero nada sino que me quedo corto.

Y despedida también, pero esta temporal, de Josan, que se queda en Irkutsk atrapado por la burocracia rusa, ya que tiene que conseguir el visado de Mongolia y para ello ha entrado en una espiral de procedures a cada cual más tortuoso. Debe ir a embajada mongola, que abre no sabe cuándo. Después rellenar los papeles y pagar, pero no puede paga allí, debe ir a un banco, y no un banco cualquiera, un banco especial. Y no puede pagar sin más en el banco especial, debe tener una cuenta en Rusia o al menos el respaldo de un ruso, que debe involucrarse y dar su nombre y dirección. Por suerte esta Elena.

También me despiden Alberto y Elena, que seguro les esperan más aventuras en Irkutsk.

Lago Baikal

Ohhhh! Si fuera un ruso diría que el lago Baikal es lo más bonito del mundo, un lugar donde hay que ir una vez en la vida. Y sí, es el típico destino de turismo para los rusos, que siguen pensando que salir fuera del país es una idea descabellada. El lago Baikal es un inmenso lago que contiene la quinta parte del agua dulce no congelada del planeta. Es muy profundo y extenso y alberga pintorescos paisajes. Antonio y yo, de nuevo nos dejan solos, madrugamos para hacer una excursión a Listvyanka, un pueblecillo en la orilla del lago, que no es el más bonito, pero es el que más cerca nos pilla. Gracias a las indicaciones de Elena, cogemos bien los autobuses y nos plantamos allí en poco más de una hora.Comprobamos que sí, el lago existe y es enorme. Tiene incluso una miniplaya de priedrecitas y tiendas de souvenirs; el Benidorm ruso, aunque cualquier compración sería absurda.
Aprovechamos para comer omul ahumado, un pez de la familia del salmón que sólo existe en el lago Baikal y esta realmente riiiiiiiiico, rico. No dejéis de probarlo si tenéis ocasión.

¿Sabían que...?
1. En el lago Baikal desembocan 300 ríos. ¡Oh!
2. En invierno el espesor de hielo en la superficie del lago es de 1,5 m. ¡Caramba!
3. Contiene suficiente agua como para que el único río que sale de él puediera estar fluyendo durante 400 años, aun cuando no fuera abastecido por los 300 ríos. ¡Oh my god!

Rusia. Irkutsk

En alguna que otra parada del tren salimos a tomar el aire, como en Omsk o Novosibirsk, donde teníamos pensado parar unos días, pero no pudo ser. En Novosibirsk hace un airecillo siberiano frío, frío de ese que se mete en los huesos. No me quiero imaginar en invierno, donde según dice Alexei alcanzan fácilmente los 30 grados bajo cero, incluso 50 grados algún que otro año. Aun así dicen que su estación favorita con diferencia es el invierno.

Y entre risas y anécdotas que no vienen a cuento, llegamos a Irkutsk, donde nos despedimos del party cupe al completo y acto seguido conocemos a Elena (que no, que no hay anuncios en esta película; esto es un no parar), una rusa con la que contacto Antonio a través de hospitalityclub y que nos ha ofrecido su casa para dormir. Es una chica cuya pasión es el tango, la mejor bailarina de tango de Irkutsk y quiere ser la mejor de Rusia. De hecho ahorra para volver a la cuna del tango, Buenos aires. ¡Gracias Elena por tu generosidad!

La verdad que es sorprendente porque, de nuevo sin conocernos de nada, nos lleva a su casa y al poco tiempo nos deja las llaves porque tiene que ir al trabajo. Y ahí estamos, dentro de su casa dándonos una ducha, que ya hacia falta después de unos cuantos días.

También coincidimos con Alberto, por fin. Un madrileño auténtico conocedor de la cultura rusa, que habla ruso y sabe mil batallas. Sin duda hubiéramos aprendido mucho en el viaje si se hubiera unido a nosotros antes.

En Irkutsk hay un río... un puentecillo...una aplastante mayoría de coches importados de Japón, pero importados tal cual, con el volante a la derecha... esta el lago Baikal cerca, sí... Bueno, sin rodeos, lo más sorprendente deIrkutsk son las mujeres, no hay duda. Una porcentaje muy, muy elevado de chicas llamativas, como si hubiera habido un filtro de chicas guapas y a las feas las hubieran encerrado en casa.

Después de dar una vuelta por la ciudad, hacemos la compra y volvemos a casa de Elena en autobús (unos 20 céntimos de euro) para cenar. Caviar incluido, of course, y del bueno (aquí lo tienen en los supermercados como un producto más). Y después de la cena, Elena nos hace una demostración de Tango. Juas... ¿quién me iba a decir que conocería a una bailarina de Tango en Siberia?