Y entre risas y anécdotas que no vienen a cuento, llegamos a Irkutsk, donde nos despedimos del party cupe al completo y acto seguido conocemos a Elena (que no, que no hay anuncios en esta película; esto es un no parar), una rusa con la que contacto Antonio a través de hospitalityclub y que nos ha ofrecido su casa para dormir. Es una chica cuya pasión es el tango, la mejor bailarina de tango de Irkutsk y quiere ser la mejor de Rusia. De hecho ahorra para volver a la cuna del tango, Buenos aires. ¡Gracias Elena por tu generosidad!
La verdad que es sorprendente porque, de nuevo sin conocernos de nada, nos lleva a su casa y al poco tiempo nos deja las llaves porque tiene que ir al trabajo. Y ahí estamos, dentro de su casa dándonos una ducha, que ya hacia falta después de unos cuantos días.
También coincidimos con Alberto, por fin. Un madrileño auténtico conocedor de la cultura rusa, que habla ruso y sabe mil batallas. Sin duda hubiéramos aprendido mucho en el viaje si se hubiera unido a nosotros antes.
En Irkutsk hay un río... un puentecillo...una aplastante mayoría de coches importados de Japón, pero importados tal cual, con el volante a la derecha... esta el lago Baikal cerca, sí... Bueno, sin rodeos, lo más sorprendente deIrkutsk son las mujeres, no hay duda. Una porcentaje muy, muy elevado de chicas llamativas, como si hubiera habido un filtro de chicas guapas y a las feas las hubieran encerrado en casa.
Después de dar una vuelta por la ciudad, hacemos la compra y volvemos a casa de Elena en autobús (unos 20 céntimos de euro) para cenar. Caviar incluido, of course, y del bueno (aquí lo tienen en los supermercados como un producto más). Y después de la cena, Elena nos hace una demostración de Tango. Juas... ¿quién me iba a decir que conocería a una bailarina de Tango en Siberia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario