Acaba la
película de Lisa,
Katerina y
Anton con una emotiva despedida y un instante
después empieza otra distinta. No se vaya lejos,
señora. ¡No hay descanso!
Al entrar en el tren nos damos cuenta que
nuestras camas no
están juntas, cada una está en un compartimento distinto (!!!). Pues empezamos bien, al menos
están en el mismo
vagón.
Además el tren no es tan bueno como el anterior y nos esperan 57 horas seguidas (tres noches y dos
días). Vale. Intentamos sin
éxito cambiar nuestras camas. En medio de todo el tinglado, conocemos a unos personajes sin desperdicio: cuatro estudiantes rusos que van a un pueblo cerca de
Baikal a un encuentro de universitarios.
Alexei, un tipo inclasificable,
divertidiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo, un auténtico "trucha" como le
llamábamos nosotros (y le gustaba y todo), y otras tres chicas. Por suerte hablan algo de inglés y sin duda se convierten en los protagonistas del viaje, de hecho calificamos su compartimento como
"el party cupe", siempre muy animado y con infinidad de bebidas y
víveres de todo tipo. Y nosotros.... que
pensábamos que
íbamos a estar abastecidos de comida como en el tren anterior, apenas tenemos unos
plátanos y unos melocotones!!!! En fin, risa nos entra sólo de pensarlo...


Compañeros en cada
habitación: Antonio y
Ester comparten
habitáculo con una madre y un
niño majiiiiiisimo.
Josan, con una madre y dos
niños y yo tengo la peor suerte, en mi compartimento hay un corpulento ruso con bigote que literalmente no coge en la cama, y un medio anciano
gruñón. Como para decirles que se cambien de cama, sí... Y el
gruñón, ya etiquetado como "el autentico viajero transiberiano" ¡no se baja nunca! Este va a
Vladivostok del
tirón por lo menos... Todo puede ser peor, por supuesto. De hecho en la tercera noche
aparecieron dos mujeres con cara de otra
época, con las cabezas envueltas en pañuelos, olor a viejo y muy, muy rusas, con lo que mi
room tenia un ambiente totalmente
tétricoPues sí, muchos
kilómetros, muchas risas, pero muchas, muchas con los estudiantes rusos. Y otros personajes secundarios que van
apareciendo por
ahí, como otro viajero ruso que se une a la fiesta y compra una inmensa cantidad de cervezas en una de las paradas. O el hombre ruso, muy
cómico que produce el ya
mítico grito
"RUSSSKIIIMUSHHH!!!" que significa algo
así como marido ruso, ya que una de las tareas es encontrar un marido ruso para
Ester, jajaajaja. Tranquila,
Ester, no te irás de
Russia sin un marido
típical ruso, que
según dicen les gusta beber y estar tirados en el
sofá. No me olvido tampoco de uno de los
niños del tren, de tan sólo 11
años pero muy, muy inteligente. Aprovecho para hacer unos globos a los
niños y hojear una especie de enciclopedia para
niños muy interesante que una de las madres lleva para ir
enseñando al hijo durante el largo viaje. Mucho mejor que las
maquinitas, sí.

Y el paisaje, exactamente igual,
copy-paste. El bosque contínuo no se acaba nunca. Pasamos por
Omsk y
Novosibirsk, destinos que
teníamos en mente antes de comenzar, pero que hemos abandonado porque todo no se puede ver en los
días que tenemos.
Añado que viajamos en segunda clase, la clase
cupe. Hay una primera clase, con dos camas por compartimento, y una tercera clase, donde todo el mundo esta apelotonado, viajan los menos pudientes y la intimidad es nula; es la clase
platskarny. Como aventureros que somos, pensamos en coger la tercera clase para uno de los tramos, al ser posible uno de los cortos, pero ya puestos, en uno de los largos. Por suerte o mala suerte, no
había billetes en clase
platskarny y tenemos que conformarnos con la clase
cupe. Otra vez será, pero hubiera sido todo un circo.
¡Adiós,
party cupe!