Nepal, el
país de los
trekking, donde acuden los que tienen semejante actividad como
afición.
Habrá que probarlo, pero que sea un
trekking cortito que no quiero gastar
días ni
energías caminando por
montañas. Ciertamente los
paisajes son extraordinarios, pero a mí me aburre aún más estar 8 horas al
día andando y sin otra cosa que hacer.

La ruta elegida, la que acaba en el campo base de los
Annapurnas, aunque no llegaré hasta
allí, me
iré deteniendo en el camino
según vea. Si hay un precioso paraje donde dormir con vistas de valor mil,
allí me quedo.


Hay un poco de calima y no se ven todas las
montañas. Las que sí se ven son espectaculares, hay que mirar hacia arriba para verlas. Pero a la
mañana siguiente, ¡oh, sorpresa!
detrás de las gigantescas
montañas de ayer
había aún otra más alta, que ahora aparece a lo lejos
elevándose por encima de lo terrenal.

Exactamente lo mismo
ocurrió la noche siguiente, cuando por la
mañana apareció de la nada el
Annapurna I, de más de ocho mil metros. Divino, un lugar inolvidable en el que sentarse a disfrutar es lo mejor que uno puede hacer. Como curiosidad cuento que dicho alojamiento cuesta 0,50 euros la
habitación doble por noche (¡0,25 euros por cabeza!). No tiene
ningún tipo de lujo: no hay agua ni electricidad, pero si ratones por la noche, pero poco importa eso a estas alturas.

Las gentes que viven
allí arriba en las
montañas son seres flacos y ligeros, pero muy curtidos. Lo que mas me llamó la
atención sin duda fue la manera en la que los
niños suben y bajan las tremendas cuestas con una facilidad pasmosa, descalzos, como si estuvieran corriendo por los prados y estuvieran inmunes a piedras, mal de altura y terreno en mal estado, cuando uno va subiendo poco a poco, con mucho esfuerzo y en estado calamitoso.
Increíble, de verdad, ¡que naturaleza! Y
también las personas mayores, cargando peso,
también descalzos. Supongo que de
pequeños habrían sido como los
niños que antes comento.

Y qué decir de los porteadores, los serpas que uno puedo alquilar para que
carguen el peso extra. Una raza especialmente adaptada a la altitud que pueden subir sin
ningún problema. Verlos en
acción es ver y aun
así no creer como puede ser posible que caminen por estos lugares tan
rápidamente y algunos con tan sólo unas sandalias, otros incluso sin nada en los pies.