6 de abril de 2008

Cataratas de Iguazú

El mayor espectáculo visto
Una vez más, llegó el momento de un lugar extraordinario. El nivel está muy alto después del Everest, Aitutaki o Perito Moreno. Si bien aquellas son maravillas estáticas, las cataratas de Iguazú son dinámicas. ¡Compren sus entradas y embutáquense! ¡Mójense! ¡Abran los ojos y orejas! ¿En qué consiste la función de hoy? En agua, sólo ver caer agua y es grandioso.

Para la visión completa son necesarios dos días, uno para el lado argentino y otro para el brasileiro. Mi mala suerte con la lluvia me persiguió una vez más y justo en el punto más espectacular, la Garganta del Diablo, llovió enérgicamente mojando cámara, cabeza, cuerpo e incluso el interior del reloj naranja chino, que aún aguanta.


Para poder imaginarlo ligeramente visualícese el caudaloso río Iguazú al que se le quita el tapón del fondo, dejando caer torrencialmente infinita cantidad de agua a una altura tres veces superior a las cataratas del Niágara.

No hay palabras para describir este lugar. Cuánta potencia desaprovechada. Qué derroche. Qué cantidad... El gran sumidero es.

Alguna revista americana diría en sus hojas americanas que de aquí se podría obtener suficiente energía americana para abastecer durante un día americano, un día, ¡un día entero! a una familia americana y su consumo americano.

Al día siguiente visité el panorámico lado brasileiro, esta vez con sol y arcoiris incluso. Las fotos, más coloridas esta vez.

Un lugar que ocupa merecidamente uno de los primeros puestos en la ristra de lugares más espectaculares del viaje.