5 de septiembre de 2007

China. Plaza Tiananmen y "amigas"

Aquí la inmensa plaza de Tiananmen, la más grande del mundo donde fueron asesinadas por el partido comunista mas de mil personas por reclamar la democracia en 1989 (espero no estar siendo vigilado por el partido, porque mi blogspot esta censurado en China, aunque puedo escribir). Y la famosa foto que aquí pego:

Y enfrente, la Ciudad Prohibida, con la foto de Mao.



Aquí, Josan y yo paseando por la puerta de la Ciudad Prohibida, coincidimos con dos chicas, que decían ser turistas de otra parte de China. Nos llama la atención que hablan ingles, pero parecen dos mosquitas muertas y enseguida se muestran muy amables. Dicen que entraran en la Ciudad Prohibida más tarde, ahora van a tomar algo, ¿queréis uniros a nosotros? Bueno, vamos a ver. Nos llevan a tomar algo a una tetería, donde pasamos a una sala privada de té, muy bien decorada y con una mujer que va a comenzar a hacer la ceremonia del té:

Enseguida vemos que los precios son desorbitados, 30 yuanes por cada té (unos 3 euros, muy caro para China), más la estancia en la sala. Ya estamos con la duda... ¿serán prostitutas? Esto es una lotería. Más sospechamos aún cuando sacan platos y platos llenos de frutas y galletas. ¿Ein? Josan, que tiene experiencia en Asia, dice que esto ya lo ha vivido y dice que hasta aquí hemos llegado. Preguntamos claramente cuanto nos costara todo eso antes de probar nada, porque es evidente que no conocemos los precios de los platos y después podrían darnos un buen palo. No responden claramente, y eluden la pregunta, siempre mostrándose muy amables. Ejem... esta claro, esto es un truco y decidimos levantarnos y punto, a pesar que comienzan a farfullar diciendo que ya esta el té servido, bla, bla. Adiós, timadoras.

*** PELÍCULA PARALELA: las dos mosquitas muertas se sueltan la melena y comienzan a darnos fruta en la boca. Después beben más y más té, y de postre la cuenta con varias cifras de yuanes, ante nuestras caras de imbéciles. Mira tú que risa...*** Anda que tiene gracia ser engañado por un chino, en vez de como a un chino.

Cuidado, aquí viene China.

¿Donde está el comunismo en Beijing? Parece que se han tomado la economía de mercado sin control alguno, como es típico de China, hacer las cosas a lo bruto siempre. No voy a descubrir nada nuevo, simplemente recalcar el tópico "cuidado, aquí viene China", y cuánta verdad. Sólo hay que echar un vistazo al movimiento de chinos tanto en la escala de grandes empresas como al nivel de comercios locales para darse cuenta de la magnitud del poder de producción chino. No hay palabras, hay que verlo. No hay competencia, no hay nada que hacer, China esta aquí.

Como muestra, una visita a los innumerables centros comerciales de Beijing, con precios irrisorios aun y donde comprar es UNA LOCURA.

Señora, ¿quiere zapatos?

¿Relojes quizás?

¿Sedas?

Ultimas marcas... (todas fakes, of course)

Y más cosas curiosísimas que es imposible comprar por no tener espacio en la mochila. Aquí es para venir con la maleta vacía, sin duda.

El regateo es durillo y hay que estar entrenado, pero al final los precios son muy, muy bajos y prácticamente uno puede comprar lo que quiera. Mis compras de hoy fueron moderadas:

Relojes Swatch, polo Ralf Lauren, camisetas Custo para mi hermana, algún colgante y un CRAZY CLOCK!!! Todo esto es original, ¿verdad china? Sí, sí...

Beijing... ¡Ohhhhhhh!

El autobús llega a Beijing. Sólo se puede decir una cosa.... ohhhh!! Impresionante ciudad. Ya en las afueras no se ven más que edificios enormes y todos juntitos, cuesta trabajo pensar cómo pueden compartir el espacio vital tantos humanos viviendo juntos, aunque ese concepto no se debe contemplar en este superpoblado país.

Lo que más llama la atención de Beijing es la contaminación, esa palabra que tanto habíamos oído de otros viajeros pero que no teníamos tan en cuenta; Beijing es una de las ciudades más contaminadas del mundo, y se nota, se nota. Los edificios más lejanos ya desaparecen engullidos por el aire contaminado. Hay gente que ha estado aquí un mes sin ver el sol ningún día.

A la llegada, acompañados por la pareja canadiense-mongola, resolvemos algunos asuntos en la estación de tren, que es una autentica jauría de chinos.



Pero adelanto que Beijing es genial!!!

Llegada a China, por la puerta de detrás

Y nos quedábamos con ganas de la clase Platskarny, esa tercera clase de tren que muchos evitan pero que nosotros quisimos probar (no parecía tan mala, ¿no?...). No fue posible en tren, pero por suerte/desgracia ya no quedan billetes de tren desde Ulaanbaatar a Beijing hasta mediados de septiembre y tenemos que coger un tren hasta la frontera con China y un autobús desde la frontera hasta Beijing.

Y el autobús... el autobús... ejem. Es un autobús cama, cargado hasta los topes y con espacio menos que mínimo. Tuve que plegarme para empaquetarme en mi minicama tamaño chino, y no fue nada fácil porque apenas había sitio para mi cuerpo, que es esbelto, y llevaba también mi mochila pequeña, la de las cámaras y otras cosas valiosas que no se separa de mi nunca mas lejos de mi espalda. La entrada en China fue un golpe durillo, ya que aparecimos en un pueblo perdido, totalmente caótico donde no se podía ni sacar la cartera para pagar nada porque enseguida uno estaba rodeado de veinte chinos mirando alrededor. Agobio, caos, caos, caos. Por suerte nos vino bien tanto jaleo, porque en un momento dado tenia en mi mano dos billetes de autobús sin haber soltado ni un solo yuan; ¡de hecho aún no había cambiado moneda y realmente no tenia ninguno! Así que autobús chino gratis para los caballeros, tomen asiento (tomen cama).

En medio de la nada, en un punto de esos de horizonte en todas las direcciones (y lo geniales que son esos puntos donde ve hasta donde llega la vista mire uno donde mire), el autobús decide estropearse y toca reparación.



Si fueran un poco más cómodas las camas estaría genial el invento, porque las vistas son aún mejores que desde un tren y la ventana se convierte en una televisión excelente.

Lo que realmente da miedo son los pueblos que deja el autobús a su paso, pueblos de la China profunda totalmente pobres y tétricos. Paramos a cenar en uno de ellos, donde todo estaba sucio y daba mala espina, muy mala espina. Josan y yo comimos rápido para vigilar el autobús y que no se fuera sin nosotros. ***Película paralela: pierdo el autobús y me quedo solo en este poblacho de escombros, sólo alumbrado por la luz de los fluorescentes de las tiendas, todas con cristales sucios. Pregunto a alguien y no me entiende, claro, pero enseguida corre la voz entre los delincuentes que hay un no chino perdido por allí. Me llevan a una tienda y me hacen comida china a la luz fría de los fluorescentes. Nunca más hubo noticias naranjas.*** Pues sí, la verdad que esta primera visión de China asusta un poco.

Adiós, Mongolia.

Las horas en Mongolia se acaban, y atrás dejamos unos cuantos días, muchos de ellos que pasaron volando y otros que fueron realmente intensos. La verdad es que tanto Josan como yo nos habíamos acomodado bien en la ciudad, una ciudad fácil y donde no estaría tan mal vivir un tiempo, ahora que uno conoce algunos secretillos. Bueno, y para el que quiera hacer negocio fácil lo tiene, ya que aun los pisos allí están baratos; se puede comprar uno buen piso por unos 100000 dolares, alquilarlo y rentabilizar la inversión en tan sólo 5 años. El negocio es bueno porque para un mongol pedir un crédito, que están al 28%, es una locura, así que los alquileres están por las nubes.

Que país este... ¿sabéis que los controles de alcoholemia consisten en soplar a través del carné de conducir hecho un tubo para que después el policía de turno huela el cartón del carné decidiendo si huele mucho o no???

Adiós, aceras mongolas. Adiós, chicas mongolas de Marco Polo. Adiós, azules cielos y praderas.

Y después en tren nos vamos rumbo a China. El tren no estaba mal. A Josan y a mi nos toco compartir habitación con una extraña pareja formada por un canadiense y una mongola, que nos ayudaron enormemente tanto en el bus como a la llegada a Beijing. El tren atraviesa parte del desierto de Gobi, una paisaje realmente vasto y árido donde hay... nada. Grande es.