29 de octubre de 2007

Nepal. Llegada a Katmandú

¡¡¡Por fin Katmandú!!! Y lo digo con la misma ilusión que si hubiera llegado a Sangri-Lá.

No suena como el lugar mas cómodo y placentero que uno puede encontrar, pero en este momento es todo un paraíso. Volver a tener ducha y una taza de wáter es algo impagable. Quiero llegar a Katmandú y estar de relax unos días después de tanto trajín, sí.

Qué voy a decir de la capital de Nepal. La mejor descripción que he encontrado fue en boca de una alemana que lleva viniendo aquí durante 15 años: "Alemania no me gusta porque todo siempre es perfecto. Sin embargo aquí todas las cosas son absolutamente caóticas, pero funcionan igualmente. Bueno, a veces no, pero no importa. Si un electricista alemán viera el cableado que hay ahí detrás le daría un patatús".




Lo mejor de Nepal es que todo vale. Olvídense de las reglas y modo de pensar europeo. Enjoy Nepal!

Totalmente cierto, uno ve Katmandú y le sugiere el calificativo caótico. Es la antesala de India, para ir acostumbrándose poco a poco al caos de verdad. Meca de muchos hippies en los setentas, aun hoy guarda innumerables tiendas con material hippie y, por supuesto, rastas auténticos, de esos que llevan sus rastas hasta los pies, fuman y meditan. Ya contare algo sobre este tipo de gente.

Se puede encontrar de todo, a unos precios realmente bajos. Aunque cueste creerlo, más baratos incluso que en China.

Para muchos viajeros, es su país favorito, y la verdad es que Nepal es único.

¡Hasta muy pronto, China!

Bueno, llegó la hora de dejar China.

Tras mes y medio por estos lares me voy con un sentimiento de pena; uno le ha cogido cariño a este país, pero también con algo de recelo hacia los comerciantes chinos y sus yuanes.

Aquí mi último envío desde China. Obsérvese que pesa 4.000 kg (cuatro punto cero, cero, cero kilogramos). Uno ya ha cogido experiencia en ajustar los gramos con el envío masivo de cubos.

En pocos días, ¡rumbo a Hong Kong!