11 de febrero de 2008

Nueva Zelanda. Dunedin y la fábrica de chocolate.

Dunedin, otro pueblo bonito más y, a pesar de ser repetitivo, es lo que me estoy encontrando por estos lares.

Ni un desconchón en las paredes, y mira que busque...

Pero lo mejor de todo fue la visita a la famosa y estupenda FABRICA DE CHOCOLATE CADBURY, conocida en el mundo entero. ¿Quién no ha soñado alguna vez en estar dentro de una fabrica de chocolate?

Pero la cosa no fue tan feliz. Para empezar, esta prohibido hacer fotos. ¿Y me lo dice usted después de haber soltado los dolares? Si lo sé, no entro, sin ninguna duda. Después un vídeo al mas puro estilo de los Simpson, cuando parodian vídeos educativos, con muñeco parlante incluido. Bien, ahora pasemos dentro de la fábrica. Las maquinas están paradas, pero de nuevo, otro vídeo explicando como funciona esa misma maquina!!! Y así en todas las etapas del proceso. Eh, ehhh, doña infantil guía de gorra y peto colorido, me está tomando el pelo con tanto vídeo. De verdad es una fabrica de chocolate? Porque yo aun no he visto chocolate alguno...

El único chocolate que enseñaron fue al final, dejando caer una tonelada de chocolate desde una altura considerable, pero de como se produce, nada de nada. Eso si, regalaron bastante cantidad de chocolate. Rico, rico.


Por educación no pedí apliqué esta vez el verbo refund para que me devolvieran el dinero. En fin, no vayáis a esta fabrica!

Pero Dudedin tiene más cosas, como la pintoresca estación de tren, a la que es imposible hacerle una mala foto:

O World Steepest Street!!!

Caray, realmente no me gustaría vivir en esta calle, sobretodo a la hora de comprar un nuevo frigorífico.

Los subí todos, eh?

Nueva Zelanda. Queenstown.

Ay, Queenstown, Queenstown... ¿Cómo es este lugar? Fácil, poned en mente a Móstoles, con sus baches, aceras irregulares, pintadas, coches mal aparcados, edificios con aristas vivas y lagos naturales ausentes. Ahora imaginaos lo contrario, eso es Queenstown.

Un sitio ideal para disfrutar simplemente estando, como hice mi segundo día, en el que sólo gasté el tiempo en desayunar de lo lindo, escribir durante horas, esperar la luz buena para hacer fotos e ir al casino.
Por cierto, volví a ganar en el casino, por cuarta vez consecutiva, y en esta ocasión 150 dolares de ganancias. Los casinos de aquí me traen buena suerte, así que he decidido visitar todos los que me encuentre hasta que llegue el día en el que pierda. Ya no recuerdo cuando fue la ultima vez que visite al cajero con tan buena racha.