14 de febrero de 2008

Aquí estoy de nuevo, Christchurch.

Cosas del destino, aquí he vuelto a parar, en Christchurch.
Como no me gusta repetir decidí buscar otro alojamiento, y como estoy un poco harto de los jóvenes mochileros europeos que invaden todos los backpackers de Nueva Zelanda (varios días con ellos en el autobús ya es mas que suficiente), cogí una habitación individual.
¡Y que habitación! Algún buen vendedor la anunciaría como "íntima" y "acogedora":

Tengo que decir que no es, ni mucho menos, la mas pequeña en la que he dormido en este viaje; aquella de Hong Kong era aun mas diminuta, ya que la pared tocaba los pies de la cama, en espacio que aquí hay para abrir la puerta, allí había un liliputiense cuarto de baño y sobre la cama, un televisor colgado.

El caso es que por fuera tiene muy buena pinta el edificio:

Nueva Zelanda. Lago Tekapo.

Otro día mas de madrugón y autobús con paradas varias. La primera de ellas, la conocida playa con piedras redondas.

Y después, el maravilloso lago Tekapo, motivo de postales mil y una de las imágenes de Nueva Zelanda. Problema, hoy el tiempo es nublado y mañana toca irse. ¿Sabes que la mala suerte con el tiempo ya se esta acercando a la raya? Paciencia, paciencia...


Dormir a orillas de este lago fue todo un privilegio, en un backpackers estupendísimo al que no le faltaba de nada. Me hubiera quedado allí una semana entera realizando una sola actividad: contemplar el lago.


Y la estatua del perro, que en todos lados la anuncian, aquí reposa, aunque es tan solo un imán de turistas, en particular de los que se hacen fotos con esas cosas, con los japoneses los primeros de la lista.

Molan los japoneses, y añado que las maletas que usas son, con diferencia, las de mejor calidad.