20 de marzo de 2008

Santiago. Nataly y Fantasilandia.

Acompañado por la linda y simpática chilena de nombre Nataly fui al punto más alto de la ciudad desde donde se ve todo Santiago, arropado por sus conocidas montañas.

Y después, ¿por qué no visitar Fantasilandia?


Vaya, sorprententemente parecido al Parque de Atracciones de Madrid. Algunas máquinas son exctamente iguales. Y es que Chile en general tiene un sabor a la España de hace un tiempo.

Muy agradable compañía, señorita de los labios de mermelada. Mis mejores deseos para ti.

Más Santiago.

"Estoy solo en el hotel,
estoy viendo amanecer,
Santiago de Chile se despierta entre montañas.
Aquí retoca la guitarra en la A 304.
Un gato rebelde que anda medio enamorao
de la señorita Rock and Roll.
Aunque no lo ha confesado,
eso lo sé yo."


Cuando uno pasea por las calles de Santiago tiene una sensación de estar en un lugar familiar. Es como retroceder en España hace algunos años. Afortunadamente mantienen lo mejor y aún no han llegado al nivel de degradación de las calles de Madrid, por poner un ejemplo, llenas de McDonals y compañías internacionales. Aquí, cuando uno va a un supermercado, todavía se encuentra a un señor dependiente con bata blanca, que asesora con tino porque lleva toda su vida haciendo esto, y a mucha honra, y a no un jóven estudiante que trabaja por horas sin ninguna motivación ni idea de lo que hace, por cuatro pesetas.

No pude evitar sertir vergüenza ajena al ver mil letreros del Banco Santander por todos lados y otros tantos establecimientos de Telefónica sembrados por doquier a modo de invasión. Llegan donde sea para robar el máximo dinero posible, y es que Chile es un buen tubo de ensayos, ya que es un mercado pequeño, de unos 16 millones (6 de ellos viven en Santiago), que sirve como indicador de cómo se comportará un producto en el resto de Sudamérica.
Aquí algunas calles del centro.

Chile ya no es un país militar, ¿no?

El metro es realmente bueno, moderno y seguro.

La prensa es algo directa, demasiado. A José Manuel, ahora que es un periodista serio trabajando para una casa reconocida, le dejo algunos titulares para sirvan de inspiración. Por ejemplo "MÉTANSE LA GUERRA POR LA RAJA", o perlas de esa calaña que por aquí se estilan.

No hay duda que son todos unos expertos en cambio de moneda, estado de la economía, etc, por las cuenta que les trae; ya han sufridos cambios bruscos y la cosa no es broma. Miran al valor del dólar con el rabillo del ojo. Aquí el dólar estadounidense está realmente barato ahora, mientras que en Argentina está carísimo. Un muy buen momento para viajar, ¡anímensé ueones!

Jugué a la lotería pero no tuve suerte en el "rasca y gana", que debería llamarse "rasca y pierde".

Y qué fácilísimo es conocer gente aquí. Humanidad, cercanía y bienvenida, algo que se está perdiendo por minutos en España. En esta foto con una argentina y un brasileño, que me recomendó sitios mil en Río de Janeiro, mi última parada del viaje. Estando comiendo yo solo, enseguida me invitaron a su mesa, para charlar, etc.

En esta otra imagen con dos chilenos de lo más divertido, que también me invitaron a su mesa después de los anteriores, con lo que estuve horas y horas en esa terraza. "Ueón, esto" que no huevón, "ueón, lo otro".

Me contaron detalles y consejos sobre Chile en general, que hay que tener mil ojos porque aquí los robos están a la orden del día. Y nada que ver con Argentina, me avisaron. Aquí al menos si estás cerca de un policía puedes estar tranquilo, allí no.

Santiago no es muy bonito para ver, pero me está encantando.

Santiago de Chile. Santiago lindo.

Salí del aeropuerto y monté en un taxi junto con la pareja de noruegos, ya que viajamos juntos en el avión. La primera impresión de Santiago fue "¡estoy en la M40 de Madrid!". Exactamente las mismas señales, misma iluminación, mismo estilo y misma atmósfera. Tranquilo, sólo ha sido un instante, aún no acaba tu viaje, Naranja.

Y qué raro es volver a hablar castellano después de tantos meses. Se agradece, se agradece.

Tuve suerte de encontrar este alojamiento, que recomiendo, de nombre "La Casa Roja". Altos techos, mil salas de televisión, salones, piscina, cocina, etc, en un estilo de muy buen gusto. Además al pagar en dólares o euros, cuesta 19% más barato.



Y, cómo no, lo primero que hice fui ir a un buen restaurante para cenar, en compañia de los noruegos. Charla muy vaiosa con ellos, vino y, sobretodo, carne en forma de chuletón, que después de tanto arrocito y fish & chips ya lo pedía el cuerpo.