5 de septiembre de 2007

Adiós, Mongolia.

Las horas en Mongolia se acaban, y atrás dejamos unos cuantos días, muchos de ellos que pasaron volando y otros que fueron realmente intensos. La verdad es que tanto Josan como yo nos habíamos acomodado bien en la ciudad, una ciudad fácil y donde no estaría tan mal vivir un tiempo, ahora que uno conoce algunos secretillos. Bueno, y para el que quiera hacer negocio fácil lo tiene, ya que aun los pisos allí están baratos; se puede comprar uno buen piso por unos 100000 dolares, alquilarlo y rentabilizar la inversión en tan sólo 5 años. El negocio es bueno porque para un mongol pedir un crédito, que están al 28%, es una locura, así que los alquileres están por las nubes.

Que país este... ¿sabéis que los controles de alcoholemia consisten en soplar a través del carné de conducir hecho un tubo para que después el policía de turno huela el cartón del carné decidiendo si huele mucho o no???

Adiós, aceras mongolas. Adiós, chicas mongolas de Marco Polo. Adiós, azules cielos y praderas.

Y después en tren nos vamos rumbo a China. El tren no estaba mal. A Josan y a mi nos toco compartir habitación con una extraña pareja formada por un canadiense y una mongola, que nos ayudaron enormemente tanto en el bus como a la llegada a Beijing. El tren atraviesa parte del desierto de Gobi, una paisaje realmente vasto y árido donde hay... nada. Grande es.

1 comentario:

Lienzo tierra dijo...

Jajajajajaja, lo del control de alcoholemia me ha dejado anonadada.