Entre todo el caos de parejas que hormiguean la pista (europeas flácidas con zapatos de tango comprados para la ocasión, individuos con tirantes y atractivas mujeres con las que todos querían bailar) destacaba, muy de lejos, El Maestro. Un hombre mayor, estiloso, perfectamente trajeado que no paró de bailar ni un momento, salvo por el descanso que se tomó llegadas ciertas horas... (se echó una siesta en una de las mesas sin ningún pudor.)
El Maestro elegía una presa (todas en el fondo estaban deseando que se lo pidieran), la poseía, la hipnotizaba y enseguida ella adoptaba su ritmo, ritmo lento, muy, muy lento, ¡llegando incluso a bailar parado! Bailaba con el alma, no con los pies. Es por eso que sale nítido en la foto. Superlativo, máximo. Qué grande el viejo.
Cuando la música paraba, también paraban el resto de parejas, pero no él. ¡Cómo parar! Él era superior a la música, su maestría está por encima de todo eso. Él continuaba entre canción y canción con la mirada perpetua en el pecho de su joven acompañante.
Cuando se cansaba, paraba el movimiento del todo, ofrecía el brazo a la hembra para que fuera asido, la acompañaba a su asiento y, en un gesto de ser superior, extendía el brazo y con la mano señalaba la silla dando a decir "vuelve a tu asiento, ya he acabado contigo". Dicen que, aunque no sientas afinidad con la pareja de baile, debes aguantar al menos tres tangos, por cortesía. Él las despachaba en el primero muchas de las veces, porque es así de chulo.
Después volvía al ataque con otra, otra y otra así hasta haber complacido a media sala de baile. A las feas no, a esas no las saca a bailar NADIE.
Es el rey, es mi ídolo. Yo de mayor quiero ser como él.
4 comentarios:
Vaya, eso me recuerda cierta casa de Irkursk, ehh, jajajaja
Si existe un recorrido de todos los sitios a los que quiero ir, ese es el que estas haciendo tú. IMPRESIONANTE!!!
No sé, no sé, pero el tango bailado por una rusa no me acaba de convencer mucho...
Gracias por tu comentario Patisuisse, no dudes ni un momento en hacerlo si de verdad quieres. ¿Quién eres?
Oye, es verdad que hay argentinas feas?
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