Hace frío, de hecho tenía en el fondo de la mochila mi abrigo desde Mongolia, allá hace mil épocas. Las arrugas que acumuló fueron majas...
Tomé un barco a lo largo del estrecho que tenía como parada principal la isla Magdalena, para ver pingüinos. Realmente no esperaba gran cosa, total un pingüino tampoco es para tanto. Uno no, pero un googol de ellos ES UNA BRUTAL COSA .
¡Qué barbaridad! Cuando el barco se acercó parecía una isla sosa y bastante fea, pero enseguida se empezaron a distingir pequeños puntos. ¿Qué son esos puntos? ¿Piedras? ¿No serán... ? No, no puede ser. ¡Sí, son pingüinos! Santo Dios/Buda/Alá/Él... Qué cantidad exagerada de pingüinos.
Aquí un par de pingüinos queriéndose.
De hecho en esta isla no hay otra cosa. Escasa variedad.
Y son pequeñitos todos. Además están, dicen los expertos en esto, en época de cambiar de plumas, por lo que hay miniplumas por todos los rincones.
Curiosa isla esta Magdalena.
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